miércoles, 11 de enero de 2012

Proust y los nombres por Roland Barthes


Palabra, imagen de un nombre.

Como signo, el Nombre propio se presta a una exploración, a un desciframiento: es a la vez un "medio ambiente" (en el sentido biológico del término), en el cual es necesario sumergirse bañándose indefinidamente en todos los ensueños que comporta, y un objeto precioso, comprimido, embalsamado, que es necesario abrir como una flor. . Dicho de otra manera, si el Nombre (desde ahora en adelante llamaremos así al nombre propio) es un signo, es un signo voluminoso, un signo siempre cargado de un espesor pleno de sentido que ningún uso puede reducir, aplastar, contrariamente al nombre común que no libera sintagmáticamente más que uno de sus sentidos. El Nombre proustiano es él solo y en todos los casos el equivalente de una entrada de diccionario: el nombre de Guermantes    cubre inmediatamente todo lo que el recuerdo, el uso y la cultura pueden poner en él, no conoce ninguna restricción selectiva, siéndole indiferente el sintagma donde está ubicado; es por lo tanto y de cierta manera, una monstruosidad semántica, pues, provisto de todos los caracteres del nombre común puede, sin embargo, existir y funcionar fuera de toda regla proyectiva. Este es el precio —o el rescate— del fenómeno de "hipersemanticidad" que provoca y que lo asemeja muy de cerca a la palabra poética .Por su espesor semántico (se quisiera poder decir: por su "hojaldre"), el Nombre proustiano provoca un verdadero análisis sémico que el Narrador mismo no olvida postular  ni esbozar: lo que llama las diferentes "figuras" del nombre , verdaderos semas dotados de perfecta validez semántica a pesar de su carácter imaginario (lo que prueba una vez más lanecesidad de distinguir el significado del referente). El nombre de Guermantes contiene así varios  primitivos (para retomar un vocablo de Leibniz): "un torreón sin espesor que no era más que una banda de luz anaranjada y de lo alto del cual el señor y su dama decidían la  vida y la muerte de sus vasallos"; "una torre amarillenta y adornada de florones queatraviesa las edades"; el palacio parisiense de los Guermantes, "límpido como su nombre" un castillo feudal en pleno París, etc. Estos semas son en verdad "imágenes", pero en la lengua superior de la literatura operan como puros significados ofrecidos como los de la lengua denotativa a toda una sistemática del sentido. Ciertas de estas imágenes sémicas sont radicionales, culturales

(Barthes, Roland.  El grado cero de la escritura seguido de Nuevos ensayos críticos.
 BuenosAires, Siglo XXI, 1976, 2da ed. pp. 171-190.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario